Os voy a contar una historia. Entrábamos en la Alameda, en nuestro paseo diario, mi caperucita y yo, no un día cualquiera, no, ese día era especial... Había salido el sol, e impaciente de mí, le estrené al fin su trajecito de rayas blancas y fucsias con su capotita y lazote verde. Iba yo toda orgullosa, cuando escucho a una adolescente: "mira un bebé piruleta". Roja de furia me puse en un principio, pero a medida que avanzábamos, la expresión de mi cara iba cambiando hasta que solté una carcajada. Pues era verdad, parecía... ¡una piruleta!.
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